RECOMENDACIÓN DE LA PELÍCULA "LA PIZARRA".
La pizarra. Metáfora de una situación límite en la que cabe la esperanza
Para la directora, «las pizarras son lo único que tras la guerra, un objeto concreto, casi un símbolo gráfico de lo que se consiguió salvar», «La pizarra es sinónimo de ese nuevo comienzo en una región vapuleada por la guerra y la revolución, un nuevo comienzo que ha de pasar infaliblemente por la pizarra de una escuela» (La directora: Samira Makhmalbaf). En esta película, se observa una situación desde dos puntos de vista diferentes. Por un lado, la alfabetización, por la que los profesores se buscan la vida enseñando a quién quiera aprender y por otra las pizarras, que también sirven para hacer muletas y resguardarse de la lluvia de balas.
Una metáfora de una situación límite en un país asolado en la que una de las pocas esperanzas es que las cosas cambien por medio de la educación, con un trasfondo de guerra y violencia, un retrato de gentes cultural y económicamente desheredadas, víctimas de la ignominia representada por dictadores que exterminan cualquier vestigio de humanidad y manipulan conciencias y creencias.
Los profesores van a los alumnos, o eso esperan encontrar. Tablero en la espalda, caminan por despeñaderos buscando en pequeños caseríos sus alumnos. Un profesor grita: ¿quién quiere aprender?. Nadie contesta, nadie parece estar. La alfabetización va después del hambre. Los niños de ese lado del mundo no van a la escuela, porque no hay escuelas. Y las niñas... ¿dónde están las niñas?. Con el tablero en la espalda un profesor repite el abecedario a los niños contrabandistas de estas fronteras de las rocas infértiles. Los niños son las cargas, las mulas efectivas de la frontera; cargan en la espalda el sustento de sus familias.
«Con mis films —puntualiza la directora— quiero atrapar la realidad del momento, pero sublimando siempre lo que es un mero retrato documental con el lirismo, la interiorización del sentimiento. La pizarra es algo más que el seguimiento puntual de unos profesores en una situación concreta: son pinceladas de historias de amor, de momentos oníricos, cómicos...».
La Pizarra. Takhté siah/Blackboards
2000. Irán. 85 min.
Dirección: Samira Makhmalbaf.
Guión: Mohsen Makhmalbaf, Samira Makhmalbaf.
Fotografía: Ebrahim Ghafouri.
Música: Mohammad Reza Darvishi.
Montaje: Mohsen Makhmalbaf.
Producción: Makhmalbaf Productions, Fabrica, Rai Cinemafiction, T-Mark
Intérpretes: Saeid Mohammadi, Bahman Ghobadi, Behnaz Jaffari, Mohammad Karim Rahmati Rafat Morad, Mayas Rostami, Saman Akbari
Sinopsis: Narra el periplo de un grupo de profesores que, tras un bombardeo en el Kurdistán iraní, vagan de una ciudad a otra por las montañas kurdas con una pizarra al hombro, buscando estudiantes a los que enseñar. En su camino encuentran gentes de edades y formas de vida variadas en un esfuerzo para ayudar y compartir sus conocimientos con cualquier persona que está dispuesta a aprender.
La película se desarrolla en el Kurdistan iraní, cerca de la frontera con Irak, donde vaga un grupo de profesores nómadas llevando sus pizarras atadas con correa a la espalda, para protegerse contra un enemigo militar invisible entre el terreno montañoso, a la búsqueda de pupilos con quienes intercambiar educación por sustento. Después de un ataque de un helicóptero del ejército los profesores se separan. Uno de ellos, Said (Saeed Mohamadi), cae entre un grupo de vagabundos de Irak que intentan hacer su peligrosa vuelta a casa. Consigue ganarse la confianza del grupo usando su tablero como transporte para uno de los mayores. Said entonces intenta conseguir la mano de Hahaleh (Behnaz Jafari), la hija del hombre viejo, ofreciendo su tablero como dote. Mientras tanto, su compañero el profesor Reeboir (Bahman Ghobadi) se encuentra entre un grupo de muchachos jóvenes para quienes la educación tiene poco valor. Endurecidos por la cruda realidad de la existencia en las montañas, los muchachos procuran sobrevivir pasando mercancías de contrabando a través de la frontera entre Irak e Irán.
La guerra se mantiene siempre en un segundo plano, pero está omnipresente en el constante ruido de las ametralladoras.
Rodada en Irán, en su gran mayoría con actores aficionados y con imágenes de un bellísimo paisaje agreste, se inscribe en ese estilo «documental de ficción» convertido en la seña de identidad de un amplio sector del cine iraní. Los dos únicos actores profesionales son Bahman Ghobadi y Said Mohamadi.
Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 2000.
Samira Makhmalbaf. La directora
«Dirigir cine siendo mujer es casi una proeza, pero hacerlo, además, siendo iraní es todo un desafío» (Samira Makhmalbaf).
Samira Makhmalbaf nació el 15 de febrero de 1977 en Teheran, Irán. Es hija del cineasta Mahsen Makhmalbaf y de la guionista Marziyeh y hermana de la cineasta Hana Makhmalbaf y del productor Maysam Makhmalbaf. Cuando tenía 8 años participó en la película de su padre The Cyclist. Entre 1994 y 1997 realizó sus estudios de cine en una escuela privada donde hizo dos cortos: Desert y Painting Schools (documental).
En 1997, trabajó como ayudante de dirección en The Silence y dirigió su primera película Sib (La manzana), siendo la realizadora más joven en competir jamás en el Festival de Cannes de 1998, que ganó numerosos premios en festivales internacionales.
En 2000 dirigió las películas Takhté siah, La pizarra y Panj é asr(A las cinco de la tarde, 2003), ambas ganadoras del Premio del Jurado en el Festival de Cannes. Posteriormente ha dirigido una de las historias incluidas en la película coral 11 de septiembre, (11’09’’01-September 11, 2002) y Asbe du-pa / Two-Legged Horse, El caballo de dos patas (2008), que es su cuarto largometraje.
El apellido Makhmalbaf está, indiscutiblemente, ligado al cine. El patriarca de la familia, Mohsen, ha sido reconocido, internacionalmente, como uno de los mejores directores de cine iraníes. Mohsen comenzó a dirigir en 1983, pocos años después de la revolución iraní. Desde entonces, ha rodado una veintena de títulos -entre otros, Kandahar, El silencio o Gabbeh, y ha fundado una escuela de cine en Teherán, bautizada con su apellido.
El mundo de la infancia en el contexto de la película
La pizarra tiene una especie de continuación en Un tiempo para la embriaguez de los caballos, (premio Cámara de Oro en el mismo Festival de Cannes 2000), rodada por el mismo Bahman Ghobadi que interpreta al profesor Reboir en La pizarra, profundiza en la vida de los niños contrabandistas en la región kurda fronteriza iraní-iraquí. Las dos películas son sendos alegatos en favor de la alfabetización de Irán, un cine social en el sentido más literal de la palabra.
Un tiempo para la embriaguez de los caballos es un retrato enormemente impactante del sufrimiento de los niños en un mundo cruel e injusto. La historia se desarrolla en las desoladas y nevadas montañas del Kurdistán iraní, junto a la frontera iraquí. Ayoub, el mayor del clan de los hermanos y hermanas huérfanos, se ve obligado a introducirse en el contrabando con la esperanza de poder salvar a su hermano gravemente enfermo.
En ambas películas el sentido del sufrimiento y la dificultad es intensa y palpable, realizadas por actores en su mayoría no profesionales, en un tono de documental ficción, con un fondo devastador y pesimista.
Un tiempo para la embriaguez de los caballos/Un tiempo para los caballos borrachos. Zamani barayé masti asbha
2000. Irán. 80 min.
Director y guión: Bahman Ghobadi
Música: Hossein Alizadeh
Fotografía: Saed Nikzat
Intérpretes: Amaneh Ekhtiar-Dini, Nezhad Ekhtiar-Dini, Ayoub Ahmadi, Jouvin Younessi, Madi Ekhtiar-Dini
Sinopsis: una dura película sobre los esfuerzos de una familia del kurdistán iraní que trata de conseguir dinero para inentar curar a su hijo enfermo. Desesperados, la hermana menor del chico accede a casarse con un hombre iraquí a cambio de que cuide de su hermano. En una epoca cuando los caballos se emborrachan para aguantarse el dolor, Ayoub y su familia viven en un pequeño pueblo kurdo en la frontera entre Irak e Irán. Cuando su padre es asesinado el contrabando de mercancías a través de la frontera, Ayoub se convierte en responsable de los demás niños de su familia y él debe encontrar alguna manera de apoyarlos. Con pocas opciones, Ayoub toma en el mismo trabajo peligroso que mató a su padre, el contrabando de productos cotidianos a través de la frontera. Cuando se pone de manifiesto que su hermano discapacitado Madi requiere una operación para prolongar su vida, Ayoub debe tomar grandes riesgos con el fin de ganar suficiente dinero para la cirugía.
Educación para todos
El Informe de Seguimiento de la Educación para todos en el Mundo evalúa cada año los progresos realizados hacia la consecución de los seis objetivos que se fijaron los 164 países participantes en el «Foro Mundial sobre la Educación», celebrado el año 2000 en Dakar. Anualmente se valoran los cambios producidos desde 1998 y se formulan previsiones sobre los países que tienen posibilidades de lograr la Educación para todos, alcanzar la paridad entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria y mejorar en un 50% el nivel de alfabetización de los adultos de aquí a 2015, año fijado como límite. Aunque estas previsiones quizás no reflejen totalmente el impacto de los cambios más recientes en las políticas de educación, no por ello dejan de ser un instrumento de seguimiento útil. En general, los progresos de estos últimos año han sido regulares, pero insuficientes todavía para alcanzar los objetivos o acercarse a ellos mucho más de lo que se ha conseguido hasta ahora. Todos los elementos de información de que se dispone demuestran que sigue siendo necesario centrar la atención en las políticas de educación del África Subsahariana, Asia Meridional y Occidental y los Estados Árabes, así como en las de los países menos adelantados de otras regiones.
Las estrategias nacionales centradas en la igualdad entre los sexos, los docentes, la salud y los grupos más desfavorecidos son fundamentales para acelerar el ritmo del cambio.
En el Objetivo 4 del Marco de Acción de Dakar se hace un llamamiento a los países para «aumentar de aquí al año 2015 los niveles de alfabetización de los adultos en un 50%, en particular tratándose de mujeres, y facilitar a todos los adultos un acceso equitativo a la educación básica y la educación permanente». Aunque el Objetivo 3 no se refiera explícitamente a la alfabetización, el compromiso de satisfacer las necesidades de aprendizaje de todos los jóvenes y adultos, «velando por que sean atendidas las necesidades de aprendizaje de todos los jóvenes y adultos mediante un acceso equitativo a programas adecuados de aprendizaje para la vida diaria«, supone la necesidad de una alfabetización básica. En esta parte se expone cómo han evolucionado los conceptos de la alfabetización, se muestra cómo la alfabetización es un derecho que permite acceder a otros derechos, y se suministran datos empíricos sobre los múltiples beneficios personales, sociales y económicos que se derivan de la adquisición de competencias en materia de alfabetización. Sin embargo, la alfabetización no garantiza de por sí sola otros derechos ni sus beneficios, ya que éstos dependen de la aplicación de leyes y políticas pertinentes en cada uno de los países interesados
El derecho a la alfabetización
El derecho a la alfabetización está implícito en el derecho a la educación reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Otras convenciones y declaraciones internacionales han reiterado posteriormente ese derecho. La Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza aborda específicamente el problema de los que no han cursado estudios primarios o no los han terminado. La Convención de 1979 sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 no sólo proclaman el derecho a la educación, sino también a la alfabetización. En estos dos instrumentos figuran referencias explícitas a la alfabetización. En laDeclaración de Persépolis de 1975 se dice que la alfabetización es un «derecho fundamental de todo ser humano», y esto se reitera en la Declaración de Hamburgo de 1997.
También hay varios instrumentos jurídicos internacionales que se centran en la lengua de adquisición de la alfabetización. Así, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos sanciona el derecho de las personas pertenecientes a minorías a utilizar su propio idioma. En el Convenio de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales de 1989 se dispone que –siempre que sea posible– se debe impartir enseñanza a los niños de esos pueblos para que aprendan a leer y escribir en su propia lengua materna y se deben adoptar medidas para velar por que dominen una de las lenguas oficiales del país.
Por otra parte, cabe señalar que son numerosos los documentos que autorizan una interpretación amplia de la alfabetización, incluyendo en ésta no sólo la lectura y la escritura, sino también el acceso al conocimiento científico y tecnológico, la información jurídica, la cultura y los media. Por último –y esto es especialmente importante– se ha reconocido que la alfabetización es un instrumento para poder ejercer otros derechos humanos. En efecto, en la Declaración de Viena de 1993 se hace un llamamiento a los Estados para que se esfuercen por acabar con el analfabetismo, relacionando esos esfuerzos con una mejor protección de los derechos humanos y las libertades individuales.
En los decenios de 1960 y 1970, la noción de «alfabetización funcional» ha ido cobrando un mayor arraigo y ha puesto de relieve los nexos entre la alfabetización, la productividad y el desarrollo socioeconómico global. Recientemente, se ha centrado la atención en las modalidades de utilización y aplicación de la alfabetización en distintos contextos sociales y culturales. Muchos educadores han llegado a considerar la alfabetización como un proceso activo de aprendizaje que entraña una concienciación social y una reflexión crítica susceptibles de facilitar la emancipación de las personas y los grupos para promover cambios en la sociedad. Los trabajos del educador brasileño Paulo Freire han integrado la noción de aprendizaje activo en contextos socioculturales particulares.
Freire sostiene que «toda lectura de una palabra va precedida por una lectura del mundo». El término alfabetización ha ampliado su significado hasta llegar a convertirse en metáfora de muchos tipos de competencias. Algunos especialistas estiman que la noción más apropiada a la vida del siglo XXI es la de «alfabetizaciones múltiples», esto es, competencias elementales relacionadas con la tecnología, la salud, la información, los media, el ámbito de lo visual, el campo de la ciencia y otros contextos.
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