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¡Hola a todos y a todas!

Somos estudiantes de 4º de Pedagogía, y hemos creado este blog para ver cómo la utilización del cine como instrumento de formación en valores dentro y fuera de las aulas, estimula la capacidad crítica del alumno, al tiempo que refuerza su conocimiento cultural.

“La alfabetización es más, mucho más que leer y escribir. Es la habilidad de leer el mundo, es la habilidad de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta del conocimiento” (Paulo Freire, pedagogo).

martes, 28 de diciembre de 2010

Enseñando a ver cine

La motivación hacia el cine se genera fundamentalmente viendo cine. Algunos puristas, los he conocido, intentan hacer entrar a niños y adolescentes por lo que ello llaman ‘buen cine’. Si aplicamos al aprendizaje del cine los principios fundamentales de la didáctica, debiéramos tener en cuenta que:
Todo se aprende desde el principio. Desde que el niño nace, ya en la familia, es conveniente que esté cerca del cine, ya sea en la tele, asistiendo a salas cinematográficas con sus padres.
Hay que comenzar viendo películas entretenidas, en cada edad las correspondientes. Lo lúdico y festivo es diferente en cada edad, cultura y condición. Los más pequeños encajan mejor los dibujos animados. Disney es un buen iniciador. Sus largometrajes, y los cortos, tienen los ingredientes necesarios en dinamismo, color, música, cambio de acción y de estímulos suficientes para atraer también a los más pequeños.
Como en todo proceso de aprendizaje, se accede mejor al conocimiento yendo de lo conocido a lo desconocido. Las aventuras y la fantasía están más cerca del niño.



Si queremos que a una persona le guste el cine, o la lectura, no le pongamos a ver a Antonioni ni a leer a Dostoievski de entrada. Ir de lo fácil a lo difícil. Acordémonos de los que nos gustaba cuando éramos pequeños y lo que nos aburría lo que les gustaba a nuestros mayores. No es conveniente comenzar por películas plúmbeas antiguas para enseñar los inicios del cine. Hay películas muy entrañables y divertidas por las que los niños y los adolescentes entran muy bien. Chaplin, por ejemplo.
Como todo aprendizaje, necesita de experiencias, de afectos, de motivaciones, de reiteración de hechos, de personas que contagien el entusiasmo... de productos de calidad, entretenidos, lúdicos. Al cine se entra, como en todo lo que es cultural, de manera fundamentalmente inconsciente. El aprendizaje del cine, como todo proceso de enseñanza, necesita de esquemas de comportamiento en los que prime lo que para el que aprenda contenga sentido, diversión y serenidad para aprenderlo.

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