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¡Hola a todos y a todas!

Somos estudiantes de 4º de Pedagogía, y hemos creado este blog para ver cómo la utilización del cine como instrumento de formación en valores dentro y fuera de las aulas, estimula la capacidad crítica del alumno, al tiempo que refuerza su conocimiento cultural.

“La alfabetización es más, mucho más que leer y escribir. Es la habilidad de leer el mundo, es la habilidad de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta del conocimiento” (Paulo Freire, pedagogo).

lunes, 31 de enero de 2011

Cero en conducta: crítica al sistema.



Cero en conducta es una crítica frontal a un sistema educativo basado en el castigo, la disciplina rígida y la insatisfacción de alumnos y docentes, que perpetúa el sistema de generación en generación. Vigo introduce con rigor en el absurdo de las clases aburridas, de los horarios inadecuados, de los regímenes estrictos, autoritarios y arbitrarios. Vemos a los niños sometidos al martirio del tedio y de la momificación del conocimiento. En ese ambiente se genera la rebeldía, cuando los alumnos se levantan contra los profesores para combatir el autoritarismo mediante la ironía y la burla, sin armas, solamente con su creatividad, con su deseo de ser niños.
Tras la muerte de su padre, un anarquista español asesinado en la cárcel, el pequeño Jean Vigo, estuvo internado por cuatro años en un colegio de Nîmes. La severidad tradicional del sistema escolar francés dejó una huella imborrable en el alma del joven, de la que nunca pudo liberarse. Vigo hace en este film un informe sobre la vida en un internado francés, un estudio de la psicología infantil, un feroz ataque contra las escuelas, y un relato autobiográfico. Es un film que aboga por la libertad en la educación, cuando los niños que se sublevan contra sus maestros. Los adultos, sin argumentos, se convierten en perdedores, en seres indefensos, cuestionados y juzgados por los adolescentes. Godard consideraba a Vigo el padre del cine francés.
«Pocas filmografías merecen con justicia el calificativo de poéticas como la obra de Jean Vigo. Poética es la aparente facilidad con que sus imágenes traspasan las fronteras de lo cotidiano para aventurarse en un mundo de símbolos y sueños. Poética es la nostalgia que sus personajes manifiestan por una libertad perdida o jamás alcanzada. Poética es, finalmente, la selección de los temas que constituyen su breve filmografía, en la que Cero en conducta destaca como un canto a la feliz anarquía de la niñez». (Comentario de http://www.claqueta.es)
Francois Truffaut solía decir que esta película era el más poderoso y auténtico retrato de la infancia jamás filmado.
«Este [tipo de] documental exige que se tome postura, porque pone los puntos sobre las íes. Si no implica a un artista, por lo menos implica a un hombre. Una cosa vale la otra». Jean Vigo


El film refleja una educación tradicional, en la que la arbitrariedad es la norma común de comportamiento por parte de profesores y autoridades. Los alumnos no discuten el poder, en un ambiente de muros altos y filas ordenadas, donde se copia al dictado, pero no pueden pensar ni crear. Una escuela que ha permanecido inmutable durante muchos años, en la cual el recreo es visto como una pausa en los deberes y el premio para los buenos alumnos, una escuela en donde es necesario correr al ritmo que marca un silbato, en donde todo debe ser regulado.
En un correccional no tiene por qué haber educación, ni integración en la sociedad, solamente se busca la reforma del individuo, la adecuación a las leyes, la uniformidad. En ellos no existe interacción ni reconocimiento del alumno como sujeto y no se consultan sus intereses. Son un castigo y, como talo, actúan sus directores y maestros. La humillación del alumno es norma, la limpieza un castigo, la única didáctica la obediencia ciega. la disciplina se logra por la vigilancia permanente, el maltrato, la falta de libertad y autonomía, en donde no se tiene en cuenta al alumno, que se convierte en un lugar indeseable y cerrado.
El sustento principal del ejercicio de la violencia es la acción pedagógica, la imposición de la arbitrariedad, la autoridad, sobre la que descansa toda la enseñanza, en la escuela o en el hogar. En este sistema los alumnos deben aceptar el derecho de las personas que tienen autoridad pueden hacer lo que deseen, o de otro modo esta autoridad se desvanece.
Oliver Twist, los niños de los reformatorios y su educación.



El problema de los niños abandonados en reformatorios y su posterior educación está tratado en la literatura desde antiguo y recogido por el cine desde sus comienzos, relacionado con la formación hacia la delincuencia y en algunos casos su posterior salvación a manos de una familia adinerada. En «Rinconete y Cortadillo» nos lo presenta Cervantes. Un adiestrador de delincuentes es el ciego de «El lazarillo de Tormes», que enseña la picaresca de la supervivencia en una sociedad hostil a la marginación. Es maestro de carteristas Fagín, el ratero especialista que con didácticas muy precisas enseñó a robar a Oliverio en «Oliver Twist». Ya lo afirmaba Skinner, «dadme un niño que yo haré de él un criminal o un santo», en el más puro estilo de los planteamientos conductistas. Sus alumnos aprenden mucho y bien, pero suelen acabar mal, o encontrando un alma caritativa que les salva.
El niño del orfanato es maltratado sin sentido, o entregado a empresarios si escrúpulos que les enseñan un oficio a costa de una vida de esclavos. Cinco versiones se han realizado de la novela de Charles Dickens “Oliver Twist”. Se presentan tres de ellas.


Oliver Twist es una de las novelas más célebres de la literatura universal. Es la novela más conocida del escritor inglés Charles Dickens. Fue escrita entre 1837 y 1839 y se presenta en ella un cuadro de la sociedad inglesa de la época victoriana. Dickens denuncia en esta obra la precaria situación de los orfanatos y el maltrato que se daba a los acogidos en ellos, la delincuencia y la marginalidad de Londres y el triste papel del sistema judicial, que no duda en castigar severamente a un pobre chico.
Oliver, desde la muerte de su madre, es un pequeño huérfano que pasa por mil y una penurias. Desposeído de su condición social al nacer la encuentra al final de la mano del señor Bronlow, y gracias a un medallón de su madre. Oliver sufre los malos tratos en el hospicio que le acogió en su nacimiento, hasta que escapa de su influencia y de su último trabajo como ayudante de sepulturero, para marchar hacia la ciudad de la cual ha escuchado maravillas. El niño llega a la ciudad, una sucesión de laberínticas calles y callejones, y cae directamente en las manos de Fagin y de su banda de delincuentes adolescentes. Allí se inicia en las artes del robo y de la delincuencia callejera, conoce a Nancy, quien como una parte de las mujeres de la época victoriana se gana la vida en la calle. Nancy ayuda a Fagin para recuperar a Oliver, aunque al final de la novela somos testigos de su arrepentimiento. El final feliz es el clásico de cualquier novela en la que el personaje ha de salvar mil y un obstáculos.

Charles Dickens (1812-1870)
Novelista inglés, uno de los más conocidos de la literatura universal, y el principal de la era victoriana. Supo manejar con maestría el género narrativo, con humor e ironía, y una aguda y álgida crítica social. En su obra destacan las descripciones de gentes y lugares, tanto reales como imaginarios.
La popularidad de sus novelas y relatos cortos durante su vida y en el presente es fácilmente demostrada por el hecho de que ninguna se ha dejado de publicar. Dickens escribió novelas por entregas, el formato usual en la ficción en su época, por la simple razón de que no todo el mundo tenía los recursos económicos necesarios para comprar un libro, y cada nueva entrega de sus historias era esperada con gran entusiasmo por sus lectores, nacionales e internacionales.
Entre sus obras, además de Oliverio Twist (1837-1839), escribió Papeles póstumos del club Pickwick (1836-1837), Canción de Navidad (1843), David Copperfield (1849–1850), La pequeña Dorrit (1855–1857) e Historia de dos ciudades (1859)

El contexto de la novela
Cuando Oliver Twist empezó en forma de relatos en la revista mensualBentley's Miscellani en 1837, su título fue The Parish Boy's Progress. En los primeros episodios, la intención de Dickens era la de describir para sus lectores como era ser un «parish boy» (chico de una parroquia) durante los años posteriores al paso del Poor Law Act de 1834.
Dickens vio la propuesta de ley siendo debatida calurosamente cuando era reportero parlamentario para el Morning Chronicle, y continuó atacándola en su ficción y periodismo durante el resto de su vida. Antes de 1834, los trabajadores pobres eran compensados por la parroquia con una pequeña suma o "paro" para salvarlos del hambre que pasarían con sus sueldos fijos como agricultores. Estos fondos de emergencia se hicieron con la intención de echar una mano a la gente hasta que pudieran mantenerse por sí solos.  Los enfermos y los parados también eran responsabilidad de cada parroquia. Mientras, existían muchos problemas en el viejo sistema que la nueva legislación intentó reconducir.
Una nueva ley, diseñada para impedir que la gente vaga viviese de la comunidad, agrupó a todas las parroquias juntas en lo que se llamó "poor law unions" (sindicatos para los pobres) y estableció «workhouses» (que llegaron a ser conocidos como «unions» (sindicatos); aquí, la gente sin medios de manutención eran acogidos y puestos a trabajar para la parroquia.
«He leído en las estadísticas que uno de cada cinco niños muere en el primer año de vida, y uno de cada tres antes de llegar a los 5», recoge Dickens un dato sacado de la realidad y puesto en boca de uno de los personajes de otro de sus relatos: The Uncommercial Traveller (el comercial que no vende nada).

Sugerencias Didácticas

  • El tema-problema de los internados, reformatorios, el internamiento del menor, es de absoluta actualidad.
  • Temas relacionados son: Internamiento o no. Integración. El tratamiento en los lugares de internado. Educación en igualdad. Menores marginados y educación en familia. Adopción y acogimiento familiar.
  • A partir de las experiencias de quienes deseen tratar este tema, análisis de las leyes de adopción, de noticias de los medios de comunicación y de consultas a las administraciones con competencia en el trato del menor se pueden establecer pautas de trabajo con el fin de debatir este problema, sin solución en nuestra sociedad.
La ola, la manipulación en las aulas y sus consecuencias.




La Ola, es un film alemán inspirado los sucesos que tuvieron lugar en 1967, cuando tras cinco días de experimentos el profesor de historia Ron Jones tuvo que interrumpir el proyecto «La tercera ola» con el que pretendía demostrar a sus alumnos de la escuela Cubberley de Palo Alto (California) la dimensión real y los peligros de la autocracia. Obtuvo el resultado contrario. En 1981, el escritor estadounidense Todd Strasser narró en su libro «The Wave» bajo el pseudónimo Morton Rhue los hechos que ahora recupera el director Dennis Gansel en clave de thriller y ubicando los hechos en Alemania en la época actual. El filme obtuvo un gran éxito en el Festival de Sundance y consiguió erigirse como líder de taquilla en Alemania cuando fue estrenado.

Uno de los fundamentos de la didáctica es que el profesor debe intentar que los alumnos se inicien en el pensamiento y comportamiento de los procesos de solución de problemas y, al resolverlos, alcance los esquemas de acción, las operaciones y los conceptos que deben aprender. Para ello es importante proporcionar a los estudiantes un instrumental de herramientas preparadas para ser aplicadas, y ponerle en situación de hacer uso de ellas: Aprender a aprender. En el caso que nos refiere la película La ola, el profesor olvidó que para ello, debe conocer el desarrollo de los procesos de aprendizaje tanto teórica como prácticamente y, a pesar de que su intención fue la de hacer vivir a los alumnos una situación,  no tuvo la sensibilidad suficiente para detectar que en alguna de las fases del proceso, el asunto se le fue de las manos.


La ola. Die Welle
2008. Alemania. 108 min.
Dirección: Dennis Gansel
Guión: Dennis Gansel y Peter Thorwart; basado en el relato corto de William Ron Jones y en la obra de Johnny Dawkins y Ron Birnbach.
Producción: Christian Becker, Nina Maag y David Groenewold.
Música: Heiko Maile.
Fotografía: Torsten Breuer.
Montaje: Ueli Christen.
Interpretación: Jürgen Vogel (Rainer Wenger), Frederick Lau (Tim), Max Riemelt (Marco), Jennifer Ulrich (Karo), Christiane Paul (Anke Wenger), Elyas M'Barek (Sinan), Cristina Do Rego (Lisa), Jacob Matschenz (Dennis), Maximilian Mauff (Kevin), Ferdinand Schmidt-Modrow (Ferdi)
Sinopsis: Alemania hoy: cómo organizar una férrea tiranía en una semana. La trama gira alrededor de Rainer Wenger, un carismático profesor de instituto que ansiaba dirigir un proyecto educativo en torno a la anarquía; un profesor se le ha adelantado, y debe conformarse con abordar en su clase la autocracia. Relacionándolo con el surgimiento de dictaduras, el fascismo y el nazismo, Wenger articula unas sesiones muy prácticas, en que presenta los elementos que explican su atractivo: espíritu de grupo, ideales comunes, ayuda mutua, uniformes y parafernalia exterior...
Comienza así un experimento que acabará con resultados trágicos. En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: «La Ola». Los jóvenes se entusiasman, mejoran notablemente en autoestima e iniciativa, superan sus diferencias raciales y sociales, se implican en el diseño de lemas y logos, y hasta adoptan un uniforme común, compuesto por pantalón vaquero azul y camisa blanca. Las críticas de varias alumnas al experimento —cuestionado también por otros profesores y por grupos anarquistas— llevan la situación mucho más allá de lo que nadie había imaginado. Al tercer día, los alumnos comienzan a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, «La Ola» se ha descontrolado...
Premios: La ola ha concursado en el Festival de Sundance, en los Premios del Cine Europeo 2008, tiene dos premios y dos nominaciones de los Premios Alemanes de Cinematografía y estuvo nominada al tráiler extranjero más original en los Golden Trailer Awards.


Dennis Gansel. El director

Dennis Gansel es un director nacido en 1973 en Hannover (Alemania).
Como director ha realizado El Fantasma, Das Phantom, en 2000, sobre una una conspiración de gente importante del Gobierno que usa grupos terroristas para lograr sus propósitos, Chicas al ataque. Mädchen, Mädchen, en 2001, sobre la efervescencia hormonal de unas adolescentes, Napola, Before the Fall, en 2004, sobre las contradicciones del nazismo en plena Alemania nazi, y La ola, The welle, en 2008.

Opinión del director sobre el experimento didáctico de la película La ola

¿Dirías que el éxito del experimento depende de la popularidad y aceptación del profesor?
«Desde luego ayuda tener una personalidad carismática. Alguien que realmente sea un líder, con capacidades reales de liderazgo, que pueda persuadir a la gente, a quien los alumnos admiren. Creo que el sistema fascista es tan pernicioso psicológicamente que fácilmente puede en cualquier otro sitio y momento. Le das a gente que antes no tenía voz una parcela de responsabilidad. Formas una comunidad. Eliminas las diferencias individuales, dándole a todos la oportunidad de distinguirse. Creo que eso es algo que puede funcionar en cualquier lugar. Especialmente en algo como el sistema escolar, y eso lo sabe cualquiera que haya ido al instituto: están los chicos populares, los líderes sociales, los que están arriba y luego un montón de gente que son más o menos tímidos y en quienes no te fijas. Estoy seguro de que si de repente le das la vuelta a un sistema como ese, ocurriría de nuevo.
Nuestra sociedad se define por el individualismo. ¿Es la necesidad de sobresalir de la multitud lo que hace que un experimento como La Ola sea posible? Cuando era joven, siempre deseaba tener algo con lo que identificarme. Envidiaba a mis padres por haber tenido el movimiento estudiantil de los 60, en el que todos tenían unas metas comunes, intentando cambiar el mundo y todo eso. Crecí en las décadas de los 80 y los 90, cuando ya había miles de movimientos políticos pero sin dirección real. Nada que te excitara realmente. Eso es algo que echaba de menos de veras. Creo que los chavales de hoy se sienten de la misma manera. No podemos definirnos solamente a través de la ropa y la música, creo. Pienso que la gente tiene una necesidad mayor de sustancia, una necesidad que crece más fuerte. La tendencia hacia el individualismo y la atomización completa de la sociedad en grupos muy reducidos no puede seguir indefinidamente. En algún momento se producirá un gran vacío. Ahí es donde reside el peligro de que otro régimen totalitario intente llenar ese vacío. (Dennis Gansel)



En otoño de 1967 Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto en California, en el Cubberley High School, no tuvo respuesta para la pregunta de uno de sus alumnos: ¿Cómo es posible que el pueblo alemán alegue ignorancia a la masacre del pueblo judío? «¿Cómo pudo el pueblo alemán alegar su ignorancia del genocidio judío? ¿Cómo podía la gente de las ciudades, los obreros, los profesores, los doctores, decir que no sabían nada de los campos de concentración y las matanzas? ¿Cómo gente que eran vecinos o incluso amigos de judíos podían decir que no estaban allí cuando sucedió todo?» Al no poder explicar a sus alumnos por qué los ciudadanos alemanes (especialmente los no judíos) permitieron que el Partido Nazi exterminara a millones de judíos y otros llamados “indeseables”, decidió mostrárselo. Decidió hacer un experimento con sus alumnos: instituyó un régimen de extrema disciplina en su clase, restringiéndoles sus libertades y haciéndoles formar en unidad. El nombre de este movimiento fue The Third Wave.
Jones llamó al movimiento «La Tercera Ola», debido a la noción popular de que la tercera de una serie de olas en el mar es siempre la más fuerte, y afirmó que sus miembros revolucionarían al mundo. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiasmaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse a su grupo. El experimento cobró vida propia, con alumnos de toda la escuela uniéndose a él. Jones se preocupó acerca del resultado del ejercicio y lo detuvo al quinto día haciendo ver a sus alumnos que el movimiento tenía un líder mundial: Adolf Hitler. Se rumoreó que hubo implicaciones, como el suicidio de uno de los alumnos, pero poco ha trascendido sobre el asunto.
En 2006, se intentó recrear el experimento en una clase de historia de una escuela primaria de Florida con niños aún más jóvenes.

El fenómeno de la obediencia extrema

Incluso hoy, el fenómeno de la obediencia extrema a la autoridad en épocas como la del Tercer Reich no se ha terminado de comprender desde un punto de vista científico. Existe una serie de experimentos en el campo de la psicología social, sin embargo, que han examinado el comportamiento de individuos en una situación colectiva y que ha arrojado resultados preocupantes. Uno de los experimentos más famosos se llevó a cabo en 1971, en la prisión de Stanford, que estudió el comportamiento humano en situaciones de encerramiento. El Experimento Milgram realizado en 1962 por el psicólogo Stanley Milgram estudió la voluntad de gente normal de seguir las instrucciones de figures autoritarias aun en contra de su propia conciencia y principios. Philip Zimbardo, el responsable del experimento de la prisión de Stanford, ha encontrado elementos idénticos entre sus hallazgos y las torturas que recibieron los presos iraquíes en Abu Ghraib.



Libertad de cátedra
Es un derecho que poseen los profesores en relación con su libertad de expresión. Consiste en que nadie puede ser obligado a defender en sus clases ideas, normas o creencias contra las que esté en desacuerdo por motivos morales o ideológicos. Garantiza además  que un profesor pueda elegir los medios pedagógicos y los materiales didácticos que él estime más oportunos para el desempeño de su labor, sin que la dirección del centro o los poderes públicos puedan obligarle a ejecutar procedimientos o a defender ideas que él no considere adecuados.
Ahora bien, la libertad de cátedra no puede ser absoluta; al contrario, debe garantizarse únicamente dentro de unos límites legales y éticos. Por ejemplo, el profesor deberá cumplir con el temario mínimo aprobado por las autoridades educativas; deberá mostrar imparcialidad en sus clases con respecto a ideologías o creencias que, aunque él no comparta, pertenecen a la tradición cultural de la humanidad; no podrá ampararse en la libertad de cátedra para atacar las creencias de los demás o para hacer apología de la violencia o la discriminación; deberá ser siempre respetuoso con los Derechos Humanos, etc.
Libertad de expresión
La libertad de expresión consiste en el derecho a expresar libremente nuestras ideas, opiniones o manifestaciones artísticas en cualquier medio de comunicación o a través de otros procedimientos, sin que éstas puedan ser censuradas o prohibidas por parte de los poderes públicos ni de los propietarios de los medios de comunicación, los cuales tienen la obligación legal de garantizar la pluralidad de opiniones dentro de sus respectivos medios.
Sin embargo, y por regla general, existen algunas restricciones a la libertad de expresión. Dichos límites se justifican atendiendo al hecho de que la libertad de expresión no puede amparar conductas delictivas, ofensivas o que contribuyan a extender la violencia. Mediante estas restricciones se trata de evitar, pues, un mal social o la vulneración de los derechos de los demás a través de las expresiones de alguien.
Prácticamente en todos los sistemas legislativos queda prohibida expresamente la apología de la violencia o de actitudes racistas, desigualitarias o que inciten a la marginación de colectivos sociales por cuanto los legisladores consideran que la libertad de expresión no puede justificar una defensa e incitación a la violencia o a la discriminación.

Didáctica/manipulación en La ola

La película constata los peligros que genera la capacidad de fascinación de un líder carismático, un profesor en este caso, que encauza la latente rebeldía juvenil hacia un uso viciado de las virtudes básicas —la unidad, la amistad, la lealtad, el sacrificio, la confianza…—, cuyo atractivo sigue siendo universal. Una capacidad de fascinación, en fin, que podría transformar en infame dictadura hasta la más probada de las democracias.
La manipulación de los grupos y colectividades está a la orden del día y no pocos políticos y personalidades la cultivan con asiduidad apoyándose en todos los medios a su alcance. Siempre es positiva la revelación de algunos de los mecanismos que se utilizan para esta instrumentalización interesada de las masas. Y, en este sentido, el film es diáfanamente didáctico y defendible. No cabe duda de que resulta un material complementario de gran utilidad para debatir en clase.
Billy Elliot, el deseo de aprender.


La enternecedora historia de un niño que habrá de luchar contra los estereotipos y los prejuicios de un pueblo de mente cerrada, bajo el símbolo de unas zapatillas de ballet que le pone en contra de todos sus vecinos, y a veces de sí mismo, por no querer ser boxeador, sino dedicarse al baile.
La película narra un cuento ambientado en un entorno muy real, un poblado minero en momentos en que el gobierno de Margaret Thatcher imponía su dureza contra los huelguistas. No podía ser más duro el ambiente para un niño que, en vez de boxear, quiere bailar. La historia está contada con sensibilidad, estilo musical, con momentos memorables como la rabieta bailada de Billy Elliot por las calles hasta que se topa con un muro.
Billy Elliot remite al triunfo de la perseverancia y la dedicación de una manera verosímil, con personajes humanos, no arquetípicos. Su familia está presentada con sobriedad, en el ambiente de hostilidad y dureza laboral y social en el que se desarrolla la trama.
Destacaría la actuación, no solamente del niño, Jamie Bell (Billy Elliot), un gran bailarín, sino también la de Julie Walters (Recordemos Educando a Rita), en su interpretación de la profesora que le ayuda, con dureza y cariño, no solamente a aprender sino también a tomar  decisiones de importancia.
Ficha técnica
Billy Elliot. Quiero bailar. Billy Elliot
Dirección: Stephen Daldry.
Reino Unido. 2000. 110 min.
Intérpretes: Julie Walters (Sra. Wilkinson, profesora de danza), Jamie Bell (Billy Elliot), Jamie Draven (Tony Elliot), Gary Lewis (padre, Jackie Elliot), Jean Heywood (abuela), Stuart Wells (Michael), Mike Elliot (George Watson), Janine Birkett (madre de Elliot), Nicola Blackwell (Debbie Wilkinson).
Guión: Lee Hall.
Producción: Greg Berman y Jonathan Finn.
Música: Stephen Warbeck.
Fotografía: Brian Tufano.

Sinopsis
En 1984, durante una huelga de mineros en el condado de Durham, los enfrentamientos entre piquetes y policía están a la orden del día. Entre los que protestan con más vehemencia se encuentran Tony y su padre. Este último se ha empeñado en que otro hijo suyo más pequeño, Billy, reciba clases de boxeo. A Billy, sin embargo, le atrae más el baile que el boxeo.
Un día, en el gimnasio, Billy se fija en una clase de danza que está impartiendo la señora Wilkinson, una mujer de carácter severo. Invitado a participar por la hija de la profesora, Billy se interesa por esa actividad. Cuando su padre se entera de que practica una disciplina tan poco viril, le obliga a abandonar las clases. pero la señora Wilkinson, que ha visto en el muchacho un talento innato para el ballet, se ofrece a darle clases gratuitas para que se prepare para las audiciones que realizará en la ciudad la Royal Ballet School.
La familia intenta por todos los medios que Billy se aleje de ese ambiente de «niñas» y le obligan a cuidar a se senil abuela. En cierto momento, Billy se impone y demuestra a su padre su deseo de bailar ante todo. Desde ese momento, la familia, superando prejuicios, le apoya a costa de grandes dificultades sociales y económicas.



Algunas curiosidades que puede ayudar para interpretar y comentar la película
La historia parte del escritor Lee Hall, que encontró la inspiración para la historia cuando empezó a escribir sobre su infancia en América. No es que hubiera un paralelismo entre su vida y la de Elliot, pero tal y como ha afirmado en alguna ocasión: «La historia se escribió sola una vez que encontré la imagen del chico enfrentado a su familia, con el fondo de la comunidad enfrentado a un mundo grande y hostil».
Brian Tufano (director de fotografía) utilizó encuadres cerrados cuando filmaba el mundo de la huelga y más abiertos cuando se trataba de filmar a Billy bailando, para sugerir que estaba liberándose del entorno que le asfixiaba.
La calidad de la película, pese a contar con un equipo maravilloso y grandes actores, dependía en gran medida de la interpretación del personaje de Billy. La aguja en el pajar fue Jamie Bell. Un chico de trece años, que igual que Billy se dedicó al baile a escondidas de sus compañeros de fútbol. Y en gran medida esto ha sido importante en la interpretación de Bell: «Si consigues una actuación verdadera de un niño puede ser algo conmovedor y lleno de fuerza», explica el director.

Sugerencias didácticas
  • Analizar a los protagonistas de la película. Billy Elliot, su padre, su hermano, la profesora...
  • Realizar un diálogo sobre las dificultades que tiene Billy Elliot para dedicarse  a lo  que desea. Exponer las razones de Billy, los argumentos de la familia, los de la profesora.
  • Analizar el contexto social en el que se mueve la película.
  • Explicar cómo logra Billy Elliot lo que desea
  • Analizar la importancia de la educación en la formación profesional
  • Citar casos que se conozcan parecidos y analizarlos.
  • Expresar el cambio que se va produciendo en los diversos personajes.
Película "La clase", los conflictos en una sociedad multiétnica.




La actitud de un maestro en el aula.

Convencido de que el aprendizaje de la democracia puede implicar ciertos riesgos, la película es ante todo la crónica de la vida en una clase: una comunidad de 25 personas que no han elegido estar juntas, pero que deberán trabajar entre cuatro paredes durante un año escolar. François Bégaudeau es un joven profesor de lengua francesa en un Instituto difícil. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años y no duda en enfrentarse a Esmeralda, a Souleymane, a Khoumba y a los demás en estimulantes batallas verbales, como si la lengua estuviera en juego.
«Quería hacer justicia a todo el trabajo que se desarrolla en las escuelas. En una clase, la inteligencia siempre está en juego, incluso en los malentendidos y en los enfrentamientos. Queríamos mostrarlo cada vez que rodábamos una escena. En los intercambios entre alumnos, entre profesores, entre profesores y alumnos se hacen preguntas, se entienden, se intercambian ideas. Apostar por la inteligencia corresponde al modo particular y poco ortodoxo en que François ejerce su profesión.
La película no intenta proteger a unos y atacar a otros. Todos pueden ser débiles y brillantes, con momentos de gracia y de mezquindad. Cada uno puede tener momentos de clarividencia o de ceguera, de comprensión o de injusticia. Pero me parece que esta película comunica un mensaje positivo porque reconoce que el colegio es a menudo caótico. Se viven momentos de desaliento, pero también momentos de gran felicidad. Y de entre este gran caos surge bastante inteligencia.
Pocos profesores se arriesgan tanto como François ante los alumnos. No se arriesgan a equivocarse, a fracasar. Es más fácil transmitir el saber mediante una clase magistral que intentar hacerles partícipes a todos sin que se den cuenta. Para eso hace falta mucha sangre fría. Algunos se lo reprochan y otros le envidian. Este hombre tiene algo de Sócrates». Opiniones del director de la película Laurent Cantet sobre la actitud en el aula.







La clase. la película

La clase. Entre les murs
2008. Francia. 128 min.
Dirección: Laurent Cantet
Guión: Laurent Cantet, Robin Campillo, François Bégaudeau
Reparto: François Bégaudeau, Franck Keïta, Rachel Régulier, Vincent Caire
Sinopsis: Inspirada en la novela «Entre les murs», de François Bégaudeau (protagonista del filme), describe el desarrollo de un año escolar en un aula donde adolescentes de un barrio conflictivo de París conviven diariamente con sus profesores, quienes luchan por mantener el entusiasmo por educar. La inmigración, la falta de sentimiento de pertenencia a un país y los problemas del sistema educativo, se mezclan con un proceso de aprendizaje de la democracia a pequeña escala, un microcosmos donde el personaje de François pasa de la complicidad con sus alumnos a la impotencia en cuestión de minutos. Aunque se cine a las experiencias delprofesor François Bégaudeau como docente, se le ha añadido una historia ficticia sobre una agresión protagonizada por un alumno y el consiguiente proceso disciplinario de que fue objeto, que confiere cierto suspense a la trama.
Premios: Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes



Laurent Cantet. El director

Director y director de fotografía francés (1961).
Hijo de profesores de Instituto, obtuvo una maestría en audiovisual en Marsella, e integró en 1984 L'IDHEC, en donde hizo amistad con los más prestigiosos cineastas galos. Hizo allí su primer cortometraje, L’Etendu(1987) y se diplomó en 1986 con el film Chercheurs d'or. Tras ello realizó varios cortometrajes en los que ya aparecen sus temas predilectos, la lucha de clases Tous a la manif (Prix Jean-Vigo 1995) y los conflictos familiares Jeux de plage. En 1998 dirigió La isla sanguinairesLes sanguinaires, en 1999 realizó Recursos humanos,Ressources humaines, en la que se examinan las relaciones padre e hijo en una empresa y los problemas sociales de la misma. Los problemas laborales fueron tratados en su film El empleo del tiempoL’emploi du temps, premiado en Venecia en 2001. En Hacia el surVers le sud, (2005) revisa la miseria social de unos y la sexual de otros. Su obra, Entre les murs, 2008, es sobre el medio escolar.

François Bégaudeau. Autor de la novela y protagonista del film

De padres profesores, pasó toda su infancia en Nantes. Muy aficionado al ftublo, que jugó, y se refleja en su obra, en su periodismo y en sus actuaciones. Durante sus estudios universitarios en letras modernas, integra el grupo punk rock Zabriskie Point, en el que es vocalista.
Entre su vida activa como profesor de francés dedica su tiempo a la escritura, publica varias novelas y ejerce la crítica cinematográfica en Cahiers du Cinéma.
En 2006, por su tercera novela, Entre les murs, es premiado con el Prix France Culture/Télérama et el reconocimiento tanto de la crítica como de los lectores.
«No debemos olvidar que tanto en una película como en un libro está el efecto artístico. En otras palabras, aunque se intente reproducir la realidad e incluso su monotonía, una película y un libro se componen de excepciones. Muchos lectores del libro me han dicho: “Pues sí que pasan cosas en las aulas”. Pero no ven que solo he contado los mejores momentos porque era necesario para el libro. Si todos se callan, no hay escena. La clase de las ocho de la mañana, donde todos los alumnos están dormidos, no da nada para contar». (Comentario de François Bégaudeau).





Docu-ficción o realidad. Comentarios sobre la película.

Casi todos los conflictos de la sociedad actual tienen su reflejo en un aula de instituto. Así lo entendió el cineasta francés Laurent Cantet, que se propuso explorar las tensiones de la sociedad multiétnica en la que vive a través de los adolescentes de un instituto. Unos chicos y chicas en torno a los 14 años, alumnos de un liceo multirracial de un popular y conflictivo barrio de París, a los que convirtió en actores. Cantet la rodó tras un año de preparativos y ensayos con los muchachos de origen magrebí, subsahariano, chino y francés de clase obrera. Trabajaron en un taller de arte dramático junto a sus profesores y padres. El resultado es una enternecedora película con alma y armazón de documental que proporcionó a Cantet la Palma de Oro en el último festival de Cannes. (de El mundo en el aula, reportaje del 12.01.09 de El Norte de Castilla, de Miguel Lorenci.
Muchos han visto la película como un documental sobre la vida real. El empeño de Cantet y su equipo en reproducir la realidad de un año escolar, en un aula del instituto Françoise Dolto de la (multicultural) periferia parisina, ha convencido a muchos de que lo que veían no podía ser otra cosa que lo que había pasado de verdad entre esas mismas cuatro paredes. Que los chicos de la clase fueran alumnos de ese mismo instituto, que François Bégaudeau, el profesor protagonista, fuera en la realidad también profesor de un instituto similar y autor del libro en el que está basada la película y el tono franco, directo y documental de la cinta, han contribuido al espejismo. (de un reportaje de Sara Brito en Público, del 12.01.2009)
«Entiendo que al principio el filme se tomara como un documental, queríamos que fuera así. Pero llegado un punto, la película empieza a subrayar a ciertos personajes y a tomar una narrativa distinta a la de un documental», argumenta el director.
Más allá de la anécdota, la confusión apunta a uno de los cauces por los que anda el cine contemporáneo y que la selección del festival de Cannes se encargó de subrayar: allá donde las fronteras entre documental y ficción están cada vez menos definidas y donde el cine está empeñado en acercarse a la realidad. «Es una tendencia fuerte en el cine de hoy y creo que es una respuesta a un mundo cada vez más complejo. Quizás el cine está haciendo suyas las preguntas que plantea el mundo y trata a cambio, si no de dar respuestas, sí de aportar herramientas para el debate», dice Cantet.
El instituto Françoise Dolto en el distrito XX de París es el mundo. Y el aula de lengua francesa del profesor Françóis Bégaudeau radiografía de una democracia imperfecta la constatación de que el lenguaje es el principio de toda identidad. «La mejor herramienta para encontrar tu lugar en el mundo es la lengua», admite Cantet, «y lo interesante de François es que no ejerce de censor». La clase es una estimulante batalla campal de la palabra.
El instituto es para Cantet «el lugar en el que uno empieza a descubrirse, a pensar en el sitio que va a ocupar en el mundo. Y también es el último lugar donde está la mezcla social y étnica en la sociedad. A partir de ahí habrá una primera selección brutal, donde muchos van a desaparecer».
Ese inicio de la criba entre los admitidos y los desterrados del sistema es uno de los grandes temas de La clase. Es el caso de Sulemayne, el joven de origen africano, que acaba siendo ejemplo de «la exclusión total, de aquel que no tiene cabida alguna en el sistema», explica el director.
También es el caso de la joven que aparece en la parte final del largometraje, Enriette, «alguien que no entiende qué hace, que no entiende en qué consisten las reglas del juego». Pero como en el resto de la filmografía de Cantet de profundas raíces sociales esta es una película sin culpables ni héroes absolutos.
«Cuando creo un personaje siempre intento reflejar la complejidad. En la vida nadie es totalmente heroico constantemente. Puedes serlo durante 10 minutos, pero luego dejas de serlo. Y eso es lo que intento reflejar en la película, tanto en los chicos como en los profesores. Cuando piensas en François: seis horas diarias, con 25 alumnos que lo bombardean a preguntas y además van a por él... hay momentos con altibajos, de errores y contradicciones», nos lo podemos imaginar.
Cantet comenzó a pensar en esta película poco después de concluido el rodaje de Hacia el Sur, época en la que François Bégaudeau, profesor de profesión, presentaba su novela «Entre les murs». El director decía al respecto que «por una vez, un profesor no escribía para saldar cuentas con adolescentes, presentados como auténticos salvajes o verdaderos tarados. Leí el libro y tuve la sensación de que aportaba dos cosas a mi proyecto inicial: en primer lugar, una especie de marco documental del que carecía, y que tenía la intención de suplir pasando unas semanas en un instituto; en segundo lugar, el personaje de François y la relación con sus alumnos. Condensó y encarnó las diferentes facetas de los profesores que yo había imaginado».
Cantet nos pone frente a un personaje idealista, que no claudica, pero que cae en la cuenta de las limitaciones de su idealismo. «Todos mis personajes son unos idealistas que sueñan con la utopía. Pero también es cierto que se topan con mi pesimismo, que piensa que el sistema es siempre más fuerte que el individuo», admite el director. Aún así no desespera: «Justamente lo que quiero enseñar es que hay que seguir negociando con la realidad para alcanzar, si no la utopía, sí la mayor justicia posible».

Atención a la diversidad en un aula multiétnica: educación intercultural

Por Francisco Oñate Marín
4 noviembre 2008
En el siglo XXI, España ha dejado de ser un país de emigrantes, como sucedió en el siglo anterior, para convertirse en un país de inmigrantes. La óptima situación económica que disfrutaba nuestro país hasta hace muy poco tiempo ha permitido que personas de diferentes países, lenguas, culturas y religiones lleguen al territorio español día tras día con la idea de un progreso en sus vidas y en la de sus familias. Estas personas traen consigo, como ya he comentado, diferentes lenguas, culturas y religiones, al igual que diferentes formaciones académicas; es decir, muchos de los extranjeros que vienen a España tienen incluso estudios universitarios importantes en sus países de origen. Es por eso que nuestro país ya no es un país monoétnico, sino que estas personas han traído consigo en sus largos viajes un “saco de costumbres” que nos han ayudado a abrir nuestras mentes hacia un mundo nuevo y plurilingüe.
Es obvio que al haber personas de lugares tan diferentes nuestra cultura se ve enriquecida, pues sumamos nuevos modos de ver la vida al que ya conocíamos nosotros. Sin embargo, a la hora de enfrentarse a una clase en la que haya alumnos y alumnas de diferentes nacionalidades, la cosa puede complicarse hasta límites insospechados. Es probable, sin embargo, que por más problemas de adaptación que la inmigración pueda traer siempre será a largo plazo más beneficiosa y culturalmente enriquecedora que la carencia de la misma. Cada alumno trae unas costumbres propias consigo que son a veces difíciles de conjugar con las de los demás niños. Si hablamos de alumnos de Educación Infantil o del primer ciclo de Primaria, la tarea que afronta el maestro puede ser aún más complicada, ya que cuando se trata de niños más pequeños, éstos no son capaces de entender la multicidad étnica de sus clases, y por tanto no entienden cómo un niño árabe, por ejemplo, no puede tomar desayuno en ciertos días del año.
Hay que ser consciente de que la diversidad cultural que presenta una clase con alumnos de distintas nacionalidades es un arma de doble filo. Es indudable que tal diversidad permitirá a nuestros alumnos más pequeños, que serán los hombres del mañana, ser personas abiertas y tolerantes hacia una problemática que afecta a la sociedad de todo el mundo. Sin embargo, es esta misma diversidad la que puede conllevar ciertos problemas de adaptación tanto al alumno extranjero como al alumno autóctono. Es decir, si, como dije anteriormente, a un niño español le cuesta entender que un alumno musulmán no desayune en ciertos días del año, probablemente también al alumno musulmán le cueste entender por qué los otros niños sí desayunan en esos días del año. Por tanto, la adaptación a una clase con diversidad étnica ha de tener lugar por ambas partes, la nacional y la extranjera, lo que llevará por ende a un enriquecimiento mutuo.
Desde el punto de vista del docente, atender correctamente a la diversidad demanda un gran esfuerzo; sin embargo, si se logra hacer bien, también trae una enorme recompensa y satisfacción. Hemos de ser conscientes de que los maestros de Educación Infantil somos las puertas de entendimiento entre los alumnos de diferentes etnias y los alumnos españoles; pero no sólo eso, sino que también lo somos para los padres de alumnos extranjeros, ya que a veces llevan tan poco tiempo en España que no conocen bien el idioma, y les resulta complicado entenderse con otras personas. Por eso si nosotros hacemos bien nuestro trabajo, esos padres verán en nosotros una fuente de ayuda, lo que puede reportarnos grandes recompensas, pues si el ambiente de casa es el adecuado, el alumno trabajará y se relacionará mejor con sus compañeros.
Cuando los alumnos entran a clase el primer día y ven a otros alumnos de color diferente a ellos, o que hablan en otro idioma, se sorprenden. Por eso, creo que una buena idea para normalizar la situación es una tarea de presentación. He realizado este experimento en varias ocasiones, y los resultados han sido siempre buenos, además de presentarse una diferencia bastante amplia entre la relación de los niños con sus compañeros cuando se ha realizado el experimento y cuando no ha tenido lugar. El experimento es el siguiente: existen tres ámbitos diferentes donde podemos ver con más claridad las diferencias étnicas: las comidas, la religión y la ropa. Son tres ámbitos muy fácilmente reconocibles para los alumnos más pequeños (probablemente el más complicado es el religioso, que se podría abordar en su dimensión lúdico-festiva u obviar completamente en esta etapa según considere cada profesor en función de la opinión de los padres). Por eso a los alumnos se les pide que al día siguiente vengan vestidos con algo típico de sus países y que traigan una comida típica para ellos, algo sencillo que pueda ser elaborado en sus casas sin dificultar la tarea de los papás. Así, al día siguiente en asamblea cada alumno explica su ropa, y da a probar un poco de su comida, explicando previamente qué es y cuando es típico comerlo. A veces he pedido también a los padres y madres que pudieran venir a clase que ayudaran a sus hijos con estas explicaciones. De este modo no sólo los niños y niñas aprendían algo sobre otras culturas sino que también lo hacen los padres. Y este punto es importante, ya que a veces no es tan necesario abrir las mentes de los más pequeños como lo es abrir la de sus padres y madres, ya que si en casa oyen cosas diferentes a las que les enseñamos en clase los alumnos acabarán sin saber qué creer, y esta confusión afectará enormemente al comportamiento del alumno dentro del aula. En cuanto a la religión, esta es la parte más difícil de explicar para los alumnos. A veces les he pedido que traigan una foto de sus dioses para que el resto de alumnos entiendan que hay otros dioses además del suyo, y que todos ellos son tan válidos como el suyo. Gracias a esta exposición, los alumnos pueden llegar a entender por qué algunos compañeros suyos no celebran la semana santa o la navidad de la misma manera que nosotros, o no la celebran en absoluto; de la misma manera los alumnos españoles pueden entender cómo algunos de sus compañeros celebran algo llamado ramadán o la peregrinación a la meca en caso de los musulmanes, y el año nuevo chino, el festival de los Botes Dragón y el festival de medio otoño, en el caso de la cultura china.
Es por todo esto, y con vistas a que los alumnos más pequeños de todo el sistema educativo acepten con total normalidad las diferentes culturas que pueblan nuestras aulas, que todas las fiestas más importantes que se celebren en las comunidades de procedencia de nuestros alumnos son recreadas de algún modo en nuestra aula. Por tanto, entre finales de enero y principios de febrero, diseñamos un pequeño dragón bajo el cual bailaremos para celebrar el año nuevo chino ataviados con los colores rojo y dorado que, para esta cultura atraen la buena suerte, o explicamos y hablamos del ramadán cuando este mes concurre en el calendario lunar árabe, con la ayuda de algún padre o madre que se ofrezca voluntario para ayudar a su hijo o hija en sus explicaciones. Es decir, nos interesamos por las costumbres de todos los alumnos y alumnas del aula.
Gracias a estas medidas y a algunas otras que son comunes a todas las aulas, como el respeto por el compañero o la integración de todos los miembros del aula en un solo grupo heterogéneo, los alumnos de Educación Infantil aprenderán a comportarse de forma respetuosa en un mundo donde la diversidad cultural se da de muchas maneras y probablemente se seguirá dando cuando los niños que hoy tienen tres años tengan mañana veinte.
En definitiva, el aula es el marco ideal para enseñar a los alumnos de distintas razas, lenguas y religiones que conviven en ella a respetar las diferencias de los otros y aportar lo mejor de su cultura para que de ahí surja una sociedad futura en la que el respeto, la igualdad y la tolerancia sean la nota predominante.